Proceso reflexivo en la formación de ciudadanía global pospandemia.
La pandemia por covid-19 nos ha tenido, a nivel mundial, haciendo de la educación un proceso remoto desde el trabajo sincrónico y asincrónico; incluso, entregando pautas y guías en muchos lugares sin posibilidad de conexión virtual. Eso, ¿ha considerado tener presente el proceso reflexivo en nuestros estudiantes?, ¿estamos fomentando el juicio crítico en este contexto? ¿creemos relevante ponerlo delante de la planificación de nuestro trabajo como educadores?
Desde las ciencias humanistas, naturales o sociales, se requiere plantear a nuestros estudiantes, una forma diferente de mirar su aprendizaje en estas circunstancias; promover una autonomía de trabajo y pensamiento, reflexionar como acción de la propia evaluación y desarrollo creativo, de modo que podamos mediar de forma sólida en sus procesos metacognitivos, desde la enseñanza remota y desde el acompañamiento formativo. Estos procesos, deben apuntar a que nuestros niños, niñas y jóvenes, potencien su capacidad de pensamiento lateral por un lado, para construir soluciones a los nuevos requerimientos, y por otro, también su capacidad de pensar sobre sus propias ideas y tomen consciencia de ellas. Pero, ¿cómo?
Ocupar el enfoque de ciudadanía global como transporte hacia la promoción de dichos procesos puede ser una buena alternativa. Mason ya desde el 2015, refuerza el imprescindible desafío de tomar el curriculum para abrirlo al uso de tecnologías y enfoques sociales fuera de los límites geográficos inmediatos (en extenso, revisa este artículo).
Hoy, esto parece urgente porque no sólo se trata de un aspecto funcional sino socioemocional, donde la empatía permita comprender qué aprendemos para enfrentar una realidad que nos compete y nos afecta a todas y todos.
Las matemáticas, la filosofía, el arte, el deporte, la lengua o historia; las tutorías, y consejerías, deben converger en el aula y fuera de ella como una sola, para alcanzar un desarrollo ciudadano verdaderamente global, que haga que nuestros jóvenes comprendan que somos un solo planeta y por tanto, nuestras acciones generan secuelas en el escenario de otras personas. Ya no es cosa de hablar sólo de formar ciudadanos para el propio país, sino para todo el mundo.
Por tanto, se requiere un enfoque global de la enseñanza, diferente y capaz de responder a las necesidades que esta pandemia nos ha mostrado y enrostrado, respecto el tipo de ciudadanía que estamos desarrollando y que desde las escuelas podemos ayudar a mejorar.
Al revisar las experiencias con sentido ciudadano en diferentes países, nos encontramos con evidencia previo a la pandemia y durante esta. Aquí comparto algunas de esas ideas:
- Comprender el concepto “ciudadanía global”. Puedes revisar la siguiente entrevista muy clarificadora:
- Fortalecer la responsabilidad medio ambiental, instruyéndose en temáticas fundamentales y accediendo a material concreto; para ello, dejo este enlace con material propio para la realidad en Chile y un interesante artículo de investigación en Colombia, publicado el 2015.
- Incentivar el sentido de responsabilidad social; sobre todo este punto, en la pandemia se ve muy facilitado como aprendizaje significativo. Pueden ocuparse lecturas de artículos como este.
Finalmente, repasar técnicas que incentiven la reflexión desde un pensamiento de ciudadano/a global. Esto no excluye ningún tipo de asignatura curricular o momento fuera del aula; más bien, puede ser un estilo de la comunidad de educadores que, en común acuerdo, podamos tener siempre presente, por ejemplo:
a) Ocupar preguntas abiertas tales como: ¿cómo les ha cambiado la forma de mirar al planeta? ¿qué han podido aprender sobre el cuidado entre personas durante la pandemia? ¿cómo podemos ayudar a quienes no se sienten motivados para las clases remotas? (no se requiere que estas preguntas sean parte de un contenido curricular)
b) Promover que sean los y las estudiantes quienes generen diálogo en sus hogares y trabajar con sus madres, padres y/o cuidadores, para que acompañen estos momentos con entusiasmo.
c) Ligado al punto anterior, incentivar a madres, padres y/o cuidadores, a que generen estrategias comunitarias de ayuda entre familias y hacia comunidades con menos oportunidades.
d) Ejercitar el debate en las escuelas; esto puede realizarse incluso de forma asincrónica.